La bolsa o la vida ( Mateo 6, 24-34)

La bolsa o la vida (Mateo 6, 24-34)
En la novela de aventuras, ésta era la frase más repetida por el bandido o bandolero que asaltaba a algún señor pudiente y con sombrero. No había carteras con billetes y tarjetas de crédito. Naturalmente todos daban la bolsa porque la vida era más valiosa.
En una tesitura tan extrema todo se ve con diáfana claridad; pero en el día a día, cuando tenemos que ganarnos la vida –es decir conseguir dinero para nuestra casa-, la cosa cambia. Muchas veces parece que lo que le da sentido a nuestra vida es la “bolsa” que tenemos. Sin el smartphone, sin la “escapada” del fin de semana, sin la cena con los amigos, sin esos “necesarios caprichos” que nos damos… ¿qué sería la vida? También puede ser que tú no seas de los que tienen esas “preocupaciones” y que las tuyas sean poder pagar la hipoteca, llegar a final de mes, la ropa de los niños que crecen, las mil y una cosas que le son necesarias… Sin bolsa, no hay vida.
Lo necesario es necesario; admíteme la tautología. Aunque si nos aplicáramos la regla de vivir con lo necesario nos asombraríamos de la cantidad de cosas superfluas que decimos necesitar. Pero lo que de verdad nos hace un daño profundo es el olvidarnos de lo verdaderamente necesario aturdidos por el ruido envolvente de los anuncios publicitarios.
Cuando nos olvidamos de respirar aire limpio, y de jugar con nuestros niños; cuando dejamos a un lado nuestras convicciones de solidaridad y de justicia; cuando abandonamos la salud por la obesidad que obstruye nuestras arterias; cuando nos olvidamos, simplemente de vivir, de vivir simplemente y, todo tiene el requisito de comprar y malgastar… en algo nos habremos equivocado. ¿A quién o a qué le confías tu vida?

Rezad por vuestros enemigos (Mateo 5, 38-48)

Difíciles palabras éstas para quien ha sufrido una vejación, una injusticia, un maltrato. Aún más difíciles para quienes los siguen sufriendo: “Rezad por vuestro enemigos”.
Hace mucho tiempo leí un sermón de Martin Luther King a los fieles de su congregación cuando estaban sufriendo cárceles y vejaciones por su lucha contra la discriminación racial en Estados Unidos. Les venía a decir a aquellos hombres y mujeres sencillos, creyentes, y llenos de dignidad personal: “Los blancos que nos maltratan pueden matar nuestro cuerpo, pero no consintamos que maten nuestra alma; si consiguen que los odiéis, habrán conseguido matarla, porque el odio mata el alma de la persona”.
El odio nos corroe y nos destruye. Y, a veces, guardamos rencor auto-destructivo por una palabra, por una acción que ocurrió hace años. No podemos consentir que el odio se convierta en un cáncer en nuestro espíritu. El calumniador habrá de encontrarse con la verdad que lo denuncie, y el maltratador con la justicia que limite su delito. Y nosotros hemos de colaborar con la verdad y la justicia y, también, de rezar por ellos.
Rezar ¿para qué? Para que abandone su conducta y deje de hacer daño; para que reconozca su pecado y cambie de forma de pensar; para que la vida le haga bajar de su orgullo y, desde la humildad, se vea rodeado de una bondad que lo convierta.

No hay otra medicina para la enfermedad del odio y del rencor que el rezar por quien nos ofendió. Una oración pequeña, sincera, que frene en crecimiento de esa mala hierba en nuestra vida: “Señor, ayuda a esta persona, que me hizo daño, a descubrir tu bondad y a cambiar su mentalidad y sus acciones”. Hazlo con sinceridad; si no lo haces por ella, hazlo por ti mismo.

El corazón no sabe de leyes (Mateo 5, 17-37)

Nuestro corazón no sabe de leyes, sino de amor, y de una esperanza siempre abierta a lo que nos trasciende.
Hay veces que nos empeñamos en que el árbol de nuestra vida dé frutos, y como le falta la savia por dentro, vamos a la frutería compramos fruta de temporada y la colgamos de nuestras ramas…, un par de días nos alegra el verlas allí, pero no tardan en estropearse. Nuestro corazón solo sabe de grandes anhelos. No se conforma con una justicia de mínimos, que puede estar bien para las reglamentaciones sociales, pero nuestra vida necesita algo más que ilusiones tasadas.
Cuando comiences un camino mira al horizonte, mira a dónde te lleva; y si aquella visión te llena de anhelo el corazón, inicia la senda poniendo atención a las piedras que te puedas encontrar. Tan importante es mirar todos los días, al amanecer, la luz que baña nuestro destino, como atender el resto del tiempo los recodos que pueden desviarte, los socavones que te pueden hacer caer.
La mediocridad del que reza a Dios y guarda rencor a su hermano; de quien dice con los labios: “te quiero”, pero con los ojos lo desmiente; la ambigüedad de quien acalla su conciencia con limosnas tasadas; del que cree en Cristo pero confía más en su dinero y evita llenarse de su Palabra…, esa hipocresía tiene poco recorrido. A las primeras dificultades lo abandona todo.
Nuestras limitaciones nos harán humildes y autocríticos. Pero nuestro corazón necesita enamorarse del todo, entregarse por entero, vivir en plenitud. Es un tirano que no se conforma con menos.
Amigos, os comparto un vídeo sobre la trata de mujeres en nuestros tiempos. Muchas mujeres son traídas con engaños a Europa y después son obligadas a ejercer la prostitución. Una práctica que las convierte en esclavas. El día 8 de febrero es el día de Santa Josefina Bakhita, una mujer que fue esclavizada, violada, tratada con violencia y a la que, después de muchas vicisitudes, conoce la fe cristiana y consigue la libertad. Su vida fue un testimonio claro de vivir la fe desde una gran santidad de vida. Hay una película con su vida



Brille asi

Brilla así (Mateo 5, 13-16)

Es media mañana, llega a la parroquia un muchacho veinteañero pidiendo ayuda para él y su mujer y su niña. Llamo a una voluntaria de Cáritas Parroquial, le comento lo que me dice aquel hombre, y cuando lo ve, dice espontáneamente: “Pero tú eres el que se enfadó tanto el otro día; el que nos amenazó si no te ayudábamos…Ya sabía yo que te conocía”. El muchacho iba a reiterar con respeto que necesitaba ayuda… “Anda, anda no digas más, ven que en algo podemos ayudarte. Tu niña, ¿tiene menos de 6 meses?, pues aquí te podemos dar la leche hasta que cumpla el año. Por eso no te preocupes… Pero qué alegría que vengas así.

Brille así vuestra luz en medio de los hombres.

 Ayer me puse muy contenta, me paró un muchacho que yo no conocía, me llamó por mi nombre y me dice: “Soy Javier, usted me preparó para la comunión, y al verla he querido saludarla. Fue muy cariñosa con nosotros y guardo un recuerdo muy bueno de usted y de la parroquia. Muchas gracias”. Yo ya le pregunté y está trabajando y tiene una niña… Me dio mucha alegría que después de casi ¡20 años! se siga acordando de las catequesis que le di. Para que veas que la semilla da fruto,   aunque no lo sepamos.

Brille así vuestra luz en medio de los hombres.

Desde que los cristianos y la asociación de vecinos comenzamos a luchar por el barrio todo está mucho mejor. En el ayuntamiento se nos escucha con respeto. Cuando hay un problema vienen en seguida. Todo está más limpio. Sentimos que nuestro barrio se está convirtiendo en un barrio mejor, lo hemos comenzado a querer y apreciar. En verdad, la lucha no ha sido en vano.
Brille así vuestra luz en medio de los hombres.