Cuidado con las grandezas (Marcos 12,38-44)

Cuidado con las grandezas (Marcos 12,38-44), comentario del Evangelio del 11 de noviembre de 2018.

“Para conocer a Manolillo, dale un carguillo” dice nuestro refranero haciendo burla de los que al asumir alguna responsabilidad o estar en situación de recibir honores de cargo se creen por encima de los demás, se aprovechan de su posición y la usan ventajistamente. Por el contrario, mientras más valía personal tiene alguien, con más sencillez puede mostrarse y más humildemente asume los elogios.

En todas las instituciones, en todos los grupos humanos se da esto: desde la empresa en la que trabajas, hasta la parroquia en la que colaboras; en las asociaciones de vecinos y en los cargos de la administración pública. Cuanto más valioso sea lo que asumes, más necesario es que lo acojas con humildad y honestidad. Si han depositado en ti la responsabilidad de ser de alguna manera representante de la Iglesia y el Evangelio, ten sumo cuidado con mostrarte áspero, exigente o intolerante con quien contigo se relaciona; estarías denigrando aquello que representas. Si te han confiado la administración de bienes materiales, sé escrupulosamente honesto y diligente: el encargo de lo público ya es un honor suficientemente grande para que renuncies a un enriquecimiento ilícito.

Sin embargo, esto que decimos no es lo común. La ineficacia por corrupción y por clientelismo partidario es uno de los mayores males de nuestra sociedad. Ya lo dice Jesús en el Evangelio: hay quien bajo capa de “igualdad”, “progreso”, “cooperación” o “apoyo a la diversidad”, se lleva tres veces más de lo que debiera (por no decir treinta).

Humilde, como lo fue Jesucristo