Dolorosamente humano (Mateo 27)

Dolorosamente humano (Mateo 27), breve comentario sobre la lectura del domingo 2 de abril de 2023, Domingo de Ramos.

Iniciamos la semana de pasión, la Semana Santa que culmina en la cumbre luminosa de la resurrección de Cristo. Muchos momentos de una densidad humana y religiosa imponderable van a ponerse delante de nuestro corazón creyente: la Magdalena ungiendo los pies del Maestro, profetizando su entrega; su entrada entre vítores en Jerusalén, proclamado Hijo de David; la expulsión de los mercaderes del Templo y su enfrentamiento con las autoridades de su tiempo; la traición de Judas; la última cena; la oración en el Huerto; el juicio en el que los sacerdotes se condenan; la flagelación y las burlas de los soldados; la sentencia de la autoridad civil; el abrazo a la cruz; el perdón a los enemigos en el mismo suplicio; la mirada a su Madre, su entrega en los brazos del Padre...

Es este un tiempo en el que nuestra oración tiene que dejar de ser meditación moral sobre nosotros mismos, y abrirse al poder infinito de la impotencia de Dios, a la riqueza de la pobreza del Hijo, a las razones del silencio del Padre. Nuestra oración ha de dejar de razonar y meditar para abrirse a la contemplación. La cruz de Jesús invita a guardar, primero, un silencio respetuoso, después, un silencio lleno del amor, no del nuestro –que es débil y voluble- sino del amor en Él contemplado.

El amor es más fuerte que la muerte, proclamaba el Cantar de los Cantares; el amor es siempre semilla de esperanza. 

Recemos por mons. Álvarez, obispo encarcelado en Nicaragua. 

Domingo de Ramos, 2 de abril

El sábado 1 de abril de 2023, víspera del Domingo de Ramos, tenemos la misa a las 19:30 h.

Y el Domingo de Ramos, 2 de abril, sólo hay una misa, que comienza a las 11:15 h., en la puerta de la casa Hermandad del Rocío, como es habitual, con la bendición de los ramos y la procesión hasta nuestro templo parroquial.

Viernes de Dolores y Domingo de Ramos de 2023

Este Viernes de Dolores, 31 de marzo de 2023, la misa la tenemos por la mañana, a las 12:00 h. Por la tarde es la procesión de la Hermandad de los Ángeles, que sobre las 18:30 h. suele estar en nuestro templo.

El sábado 1 de abril, víspera del Domingo de Ramos, tenemos la misa a las 19:30 h.

Y el Domingo de Ramos, 2 de abril, sólo hay una misa, que comienza a las 11:15 h., en la puerta de la casa Hermandad del Rocío, como es habitual, con la bendición de los ramos y la procesión hasta nuestro templo parroquial.

Viacrucis de la Hermandad de los Ángeles y traslado de imágenes, 24 de marzo

Este viernes 24 de marzo de 2023, será el traslado de las imágenes de Nuestra Señora de los Ángeles y del Señor de la Humildad a su casa hermandad, también con la oración del viacrucis.

Viacrucis de los niños, 24 de marzo

Este viernes 24 de marzo de 2023, tendremos el viacrucis de los niños a las 5 de la tarde; el grupo de poscomunión y los catequistas ha preparado esta oración, que se hace por las calles del barrio de San José, con mucha dedicación.

Huele a muerto

Evangelio del Domingo

Huele a muerto (Juan 11, 3-45)



Perdóneme la expresión, pero en nuestra vida, muchas veces, “huele a muerto”.

“Huele a muerto” en nuestras instituciones, en las que parece que se ha naturalizado la corrupción y la ineptitud sin que lleguen dimisiones ni destituciones. Solo es grave la corrupción de los otros. Cuando esto sucede así, y hasta los altos cargos de la judicatura tienen “sensibilidad partidista”, nuestro sistema institucional va degenerando en democracia de baja intensidad.

“Huele a muerto” en nuestra cultura, en la que se está asumiendo que el tener hijos, en vez de ser la máxima realización del amor de una pareja, se entiende como una esclavitud, como una rémora para la propia felicidad. Ha tardado en llegar, pero el espejo del aborto es la eutanasia; parece que la vida que no responde a la ley del consumismo no tiene dignidad. ¿Es coherente defender la diversidad de las personas y tener como justificación del aborto la discapacidad del niño que va a nacer?

El egoísmo y el miedo, las ideologías de rechazo al otro y de cerrazón al misterio de la vida son veneno para que el amor, verdadero dinamismo del alma humana, pueda desarrollarse. Necesitamos salir de nuestras tumbas y encontrarnos unos con otros; necesitamos salir de nuestros sepulcros y acoger el don de la vida. En el evangelio de esta semana, Jesucristo se nos muestra como la resurrección y la vida; acogernos a Él, en cualquier circunstancia, es camino de vida plena. 


De la luz a la oscuridad (Juan 9, 1-38)

 

De la luz a la oscuridad (Juan 9, 1-38), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 19 de marzo de 2023, III de Cuaresma, ciclo litúrgico A.

Educados en una familia cristiana, con sus más y con sus menos, como todas; alentados a ser compasivos con el que sufre, aunque no todos diesen ejemplo; sabiendo que tenemos que poner a Dios como lo primero... nos habíamos acostumbrado a vivir en una situación de luz. Los derechos humanos, la igualdad de la mujer, la familia como vínculo de amor, la compasión con los pobres…, han sido valores de nuestra cultura cristiana. Tan connaturales, con nuestro modo de ver la vida, son que nos parecían inconmovibles. 

Pero no es así, estamos volviendo a la oscuridad de olvidar que el amor solo se vive en familia; de ver a quien no piensa como nosotros como enemigos; de tener al dios de la guerra en la cúspide de un Olimpo politeísta en el que vivimos desorientados. Los valores sociales son tan dispersos, que ya no tienen la capacidad de orientar con sensatez la vida de niños y adolescentes que, andan, muchas veces, perdidos al pairo de modas que pueden destruirlos.

En toda situación, quien tiene la capacidad de llevarnos de la oscuridad a la luz es el encuentro personal con Jesucristo. Él, desde nuestro corazón, compartiendo con nosotros, el barro, la realidad que vivimos, abre en nuestra vida el camino de la plenitud del amor. La fe en Jesucristo tiene la fuerza de ir encaminando a los niños y a los jóvenes, a los mayores y a los ancianos, a los matrimonios y a los consagrados por la senda de la alegría sencilla y del amor entregado. Él es la Luz.

¿Qué hacer con las cenizas de un difunto?

¿Qué hacer con las cenizas de un difunto?

La postura católica es clara: las cenizas del fallecido no son “un objeto” y, mucho menos, una propiedad. Ni siquiera basta con decir que son “un recuerdo”, como sí lo es una foto o un objeto cargado de memorias del pasado. Son mucho más.

La cremación es lícita y las cenizas deben conservarse en un lugar sagrado.

La Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver “no toca el alma”, ni tampoco niega “la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo”.

La Iglesia “sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos”, porque, con ella, se demuestra un mayor aprecio por los difuntos.

Las cenizas “deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en un templo o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente”.

No se puede conservar las cenizas en el hogar.

En nuestra Parroquia de San José Obrero, disponemos de un cinerario de uso gratuito, para que las cenizas de nuestros difuntos permanezcan así en un lugar sagrado. Sólo hay que comunicar al párroco el interés por que sean depositadas en este espacio.

Iglesia samaritana (Juan 4, 5-42)

 

Iglesia samaritana (Juan 4, 5-42), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 12 de marzo de 2023, III de Cuaresma.

Vamos por la vida sedientos, con una sed a la que, muchas veces, no ponemos nombre y, otras, confundimos. Vamos sedientos por la vida, y nos parece que estamos sedientos de un cuerpo perfecto que mirarnos en el espejo, o de cuerpos perfectos –casi de plástico-- a los que acariciar libidinosamente. Vamos sedientos por la vida, y nos parece que el dinero podría saciar la sed que sentimos, que comprando cosas superfluas seríamos más felices. Vamos sedientos de aceptación de los otros, la anhelamos, la deseamos, y acabamos mendigándola: “¿Verdad que soy bueno?, ¿verdad que soy mejor que tal o que cual?, ¿verdad que me admiras?...”. Y nuestra sed no se satisface con nada de eso. 

“El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial de agua que salta hasta la vida eterna” –dijo el Señor.

Somos iglesias samaritanas, que compartimos con todos los hombres la sed de la mujer de Sicar y que, como ella, hemos encontrado el manantial que nos sacia de acogida y misericordia, de exigencia y dignidad, de sentido profundo de la vida en los momentos de dificultad.

Ojalá nuestras comunidades fueran como aquella mujer; comunidades de sedientos que, habiendo encontrado el manantial de Jesucristo en su vida, comparten con otros el amor profundo y el horizonte amplio de la fe que da sentido a cuanto hacemos y vivimos.

“Tuve hambre y me distes de comer…”, 5 de marzo

 

“Tuve hambre y me distes de comer…”

En el siglo XXI seguimos con guerras, explotación, abusos, violencia, desigualdades, hambre… Situaciones calamitosas que provocan el desplazamiento de personas buscando un futuro mejor para ellos y sus familias. Esas nuevas situaciones generan vulnerabilidad y los relegan a situaciones de marginalidad no deseadas; se convierten en carne de cañón para personas sin piedad, que los explotan con trabajos precarios y mal pagados o incluso no pagándoselos. Los alojan en infraviviendas, compartiendo habitaciones en casas hacinadas, sin las más mínimas condiciones de higiene. Pueden llegar a ser hasta víctimas de trata y explotación sexual.

Son relegados a situaciones de ilegalidad no deseadas y abandonados a su suerte por las Administraciones, que no los reconocen como ciudadanos dignos de ayuda.

Ante esas situaciones, Cáritas siempre está ahí, aportando lo que puede, quitando hambre, pagando deudas y, sobre todo, acompañando al que sufre. Buscándole recursos y medios con los que intentar paliar esa situación e intentando crearles unas perspectivas de futuro más halagüeñas.

Damos amor a aquellos que nadie quiere y dignidad a los que nadie reconoce. Evitamos colas del hambre y su sobreexposición. Ayudamos desde nuestras parroquias, en silencio y con mucho cariño, dando como voluntarios lo mejor que tenemos.

Y tú eres parte importante con tu ayuda y colaboración. Tú, con tu generosidad, nos ayudas a ayudar, a ser lo que somos.

Esta Cuaresma, que te invita a dar limosna y ayudar al necesitado, no olvides que, a través de Cáritas, tu limosna se convierte en acto de amor justo y bien entregado.

Hoy es Domingo de Caritas, hoy es el momento de ser generoso con el hermano. Ayúdanos a ayudar. Muchas gracias.

Domingo de Cáritas, 5 de marzo

Celebramos el segundo domingo de Cuaresma, tiempo litúrgico que nos dispone para celebrar renovados la solemnidad de la Pascua. Nada más empezar la Cuaresma, se nos anuncia que, aunque el sufrimiento y la cruz estén presentes de formas muy diversas en nuestra vida, estas realidades nunca tienen la última palabra. Como a Jesús, también a nosotros nos espera un destino glorioso de luz y de vida. Que la celebración de la Eucaristía sea un momento para fortalecer nuestra esperanza y abrirnos a la claridad de Cristo, el Hijo amado, para que también Dios, nuestro Padre, pueda complacerse en nosotros.

Cada Cuaresma se nos invita a vivir la limosna como un medio para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. La limosna, acercándonos más a los demás, nos acerca al mismo tiempo a Dios y se convierte en un instrumento de auténtica conversión cuando está movida por un amor auténtico. Nuestra aportación a la colecta de la Eucaristía, destinada a nuestras Cáritas, es un buen modo de concretar esta invitación que la Iglesia nos hace a practicar la limosna.

En este segundo domingo de Cuaresma, la liturgia nos presenta el acontecimiento extraordinario de la Transfiguración de Jesús. La luz que irradia su cuerpo transfigurado en el monte Tabor es un anuncio anticipado de la gloria de la Resurrección. Si la semana pasada contemplábamos a Jesús como verdadero hombre, que comparte con nosotros incluso la tentación, hoy nos acercamos a él como Hijo de Dios capaz de divinizar nuestra humanidad y de hacernos pasar de la oscuridad a la luz de la fe…

Textos extraídos del guión litúrgico de Cáritas Diocesana de Sevilla, para este domingo II de Cuaresma, ciclo litúrgico A, 5 de marzo de 2023.

Caminando juntos (Mateo 17, 1-9)

Caminando juntos (Mateo 17, 1-9), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 5 de marzo de 2023, II de Cuaresma, la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo.

Cuando Jesús comenzó a hablar a los discípulos de que tenía que padecer y morir en Jerusalén, quiso darles un signo que fortaleciera su esperanza en los momentos duros. Se llevó a Juan, a Pedro, y a Santiago a una montaña alta y allí se transfiguró delante de ellos, mostrándole el verdadero resplandor de su divinidad. Aquella experiencia religiosa fue profunda y sentida, llenó su corazón de una paz y una luz que nunca habían experimentado. Fueron unos instantes o unas horas, no sabemos; fue Jesús el que los forzó a volver a la vida cotidiana, al anuncio cotidiano del evangelio, a vivir desde la voluntad del Padre la sucesión de las horas y los días.

La cuaresma, nos dice el papa Francisco, es como este camino que lleva a los discípulos a acoger en un encuentro personal y comunitario la luz de Jesucristo. Hemos de encontrar, tal vez en las mismas actividades cotidianas, la manera de poner en el centro de nuestros sentimientos y nuestras ideas al Señor; hemos de encontrar momentos de soledad compartida para abrir nuestras ventanas y que nos inunde el aire fresco del Evangelio; pero, después, hemos de volver a nuestra vida cotidiana a seguir dando testimonio de nuestra fe. No podemos aferrarnos ni fundar nuestra fe en experiencias extraordinarias; es en la vida corriente, en la ambigüedad de lo cotidiano, donde tenemos que vivir nuestro encuentro con el Señor.

Señor, que encontremos momentos de Tabor para acoger y vivir tu luz en la familia, en el trabajo, en el barrio, con nuestros hermanos, y caminar juntos hacia tu Reino.