No hay mejor forma de manifestar que
vivimos la misericordia y el perdón, que ejerciendo la compasión. La situación
que estamos atravesando es causa de que estén aumentando la necesidad y la
desesperación de muchas personas y familias. Que nuestra colaboración, en las colectas de este fin de semana, sea un signo de nuestro compromiso por ayudar a
los demás, trabajando por un mundo más justo y solidario, poniendo siempre a Dios en el centro.
Si algo configura de manera peculiar la
vida de los cristianos en la Iglesia es el carácter comunitario. Sin embargo,
no es esta una cualidad exclusiva de nuestra fe. Desde que venimos al mundo
estamos en relación con otras personas. Primero en el ámbito familiar y,
progresivamente, nuestro círculo social se va ampliando hacia el resto de
parientes, amigos o compañeros de trabajo. Puesto que la vida eclesial no es
ajena a las dimensiones del hombre, la Palabra de Dios tiene algo que decir
sobre el modo de conducir nuestra vida en relación con el resto de miembros de
la Iglesia.
Ciertamente, donde hay distintas personas
existen diversos pareceres, y no solo eso, sino que es posible sufrir y causar
ofensas hacia los demás. Además, la vivencia social de la fe lleva a orar
juntos. Por eso, el Evangelio de este domingo se refiere también a la
relevancia de la oración comunitaria. Jesús nos explica, en primer lugar, qué
hacer ante la ofensa de un hermano y, en segundo lugar, la eficacia de orar
juntos.
Textos del guión
litúrgico de Cáritas Diocesana de Sevilla para este mes de septiembre de
2020.
También puede leer la carta pastoral “Nos
apremia el amor de Cristo” que, en este primer fin de semana septiembre y al
inicio del curso pastoral, nos ha dedicado nuestro Arzobispo (haga
clic aquí).