Cáritas en septiembre de 2020

En las lecturas de este primer domingo de septiembre de 2020, descubriremos que la salvación no puede entenderse de manera exclusivamente individual y privada, como un asunto a tratar a solas con Dios, despreocupados de todo lo que no tenga que ver con los demás. ¿Qué hemos hecho de nuestros hermanos? ¿Cómo vivimos el mandamiento de amor? ¿Cómo respondemos a la misericordia de Dios? Que Él nos ayude a vivir con profundidad la Eucaristía.


No hay mejor forma de manifestar que vivimos la misericordia y el perdón, que ejerciendo la compasión. La situación que estamos atravesando es causa de que estén aumentando la necesidad y la desesperación de muchas personas y familias. Que nuestra colaboración, en las colectas de este fin de semana, sea un signo de nuestro compromiso por ayudar a los demás, trabajando por un mundo más justo y solidario, poniendo siempre a Dios en el centro.

Si algo configura de manera peculiar la vida de los cristianos en la Iglesia es el carácter comunitario. Sin embargo, no es esta una cualidad exclusiva de nuestra fe. Desde que venimos al mundo estamos en relación con otras personas. Primero en el ámbito familiar y, progresivamente, nuestro círculo social se va ampliando hacia el resto de parientes, amigos o compañeros de trabajo. Puesto que la vida eclesial no es ajena a las dimensiones del hombre, la Palabra de Dios tiene algo que decir sobre el modo de conducir nuestra vida en relación con el resto de miembros de la Iglesia.

Ciertamente, donde hay distintas personas existen diversos pareceres, y no solo eso, sino que es posible sufrir y causar ofensas hacia los demás. Además, la vivencia social de la fe lleva a orar juntos. Por eso, el Evangelio de este domingo se refiere también a la relevancia de la oración comunitaria. Jesús nos explica, en primer lugar, qué hacer ante la ofensa de un hermano y, en segundo lugar, la eficacia de orar juntos.

Textos del guión litúrgico de Cáritas Diocesana de Sevilla para este mes de septiembre de 2020.

También puede leer la carta pastoral “Nos apremia el amor de Cristo” que, en este primer fin de semana septiembre y al inicio del curso pastoral, nos ha dedicado nuestro Arzobispo (haga clic aquí).