En el principio, el encuentro (Lc 13, 1-9), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 20 de marzo de 2022.
El encuentro está siempre al principio de todo lo
verdaderamente importante. Del silencioso crepitar de una zarza que ardía sin
consumirse brota la Voz que llama a Moisés a ir a liberar a sus hermanos. En
ese encuentro silencioso con “El-que-Es” está el comienzo de todo.
La costumbre hace que no nos sorprenda que en la iglesia
sigamos recordando un acontecimiento perdido en los anales de la historia: la
narración de cómo un grupo de israelitas escaparon de la esclavitud a la que
estaban sometidos. Todos los pueblos, en algún momento, se han visto sometidos
a la esclavitud, pero aquellos acontecimientos sucedieron en figura para
nosotros.
Como Moisés, muchos estamos en una vida que no sentimos
como nuestra; nos dejamos llevar por la rutina, pero no nos sentimos
encajados en lo que hacemos. Como Moisés, el sufrimiento de nuestros hermanos, que sentíamos lejano y apagado por la distancia y el tiempo, vuelve a nosotros
con el calor de las brasas. Como a Moisés, o como a la Samaritana, o como a
Pedro, viene a nuestro encuentro Quien nos devuelve nuestro verdadero rostro en
los que sufren. Los migrantes explotados, los refugiados de Ucrania o de
África, las familias con amenaza de desahucio, los jóvenes en paro, los
enfermos y los ancianos, los niños y las familias que viven desestructuradas,
los enfermos mentales, los soldados que mueren en el sinsentido de la guerra…
Si Dios te encuentra, buscarás dar frutos de verdad.