Oración tras la comunión, domingo 8 de septiembre de 2024.
Canta, lengua, el misterio glorioso
del Cuerpo tan sublime
y de la Sangre tan preciosa
que, por nosotros, se dio en redención,
el Fruto del Vientre generoso,
del Rey que vino a las naciones.
Se nos dio, nació para nosotros
de una Virgen inmaculada
y, viviendo entre nosotros, en este mundo,
difundió la semilla de la Palabra;
puso fin a su destierro,
con un admirable orden.
El Verbo encarnado, el verdadero Pan
hecho Carne, por medio de la Palabra,
y Sangre del propio Cristo.
Y si los sentidos flaquean,
para el corazón sincero
sólo la fe es suficiente.
Por tanto, a este sacramento
veneremos inclinados,
y el antiguo contrato
deje paso al nuevo rito;
que la fe se preste a suplementar
las deficiencias de los sentidos.
Al Padre, al Hijo y al Espíritu
la alabanza y el júbilo,
la salvación, el honor y también la virtud.
Amén.