Presentación del Plan Pastoral Diocesano de Sevilla, 2022-2027

Domingo, 27 de noviembre de 2022, en la Catedral de Santa María, de Sevilla, con la Eucaristía, presidida por nuestro Arzobispo, Mons. D. José Ángel Saiz Meneses, en este primer domingo de adviento, se presenta el Plan Pastoral Diocesano para 2022-2027. 

Tras la celebración de la Eucaristía, el Rvdo. Sr. D. Antonio Vergara González, Pbro., como presidente de la comisión redactora del Plan Pastoral, procedió a presentar el documento del Plan Pastoral Diocesano 2022-2027, explicando que se divide en cuatro bloques: ‘Discípulos misioneros llamados a la santidad’, que llama a la evangelización y el anuncio de la Buena Noticia; ‘Una casa con las puertas abiertas’, que aborda el cuidado de la liturgia y la celebración de los sacramentos; ‘Una familia en salida’, que se centra especialmente en la acción social y caritativa de la Iglesia; y ‘El gusto de ser Pueblo de Dios’, que invita a vivir en comunión y sinodalidad.

Puede descargar el documento del nuevo Plan Pastoral Diocesano aquí:

https://docs.google.com/gview?url=https://www.archisevilla.org/?wpdmdl=130280

Y la carta pastoral de Mons. D. José Ángel Saiz Meneses: "Mira, hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5):

https://docs.google.com/gview?url=https://www.archisevilla.org/?wpdmdl=130282

Puede ver la retransmisión de la ceremonia en el siguiente enlace:

youtu.be/5465UyJRxEo

En esta fotografía, compartida por los medios de comunicación diocesanos, en la segunda fila, podemos ver la asistencia a la ceremonia de nuestro Párroco y Arcipreste de San Juan de Aznalfarache.

De las espadas forjarán arados (Is 2,1-5)

De las espadas forjarán arados (Is 2,1-5), breve comentario sobre la primera lectura del domingo 27 de noviembre de 2022, I de Adviento, ciclo litúrgico A.

El signo y la consecuencia más clara del pecado es la violencia. Violencia verbal, violencia física, violencia como cancelación o indiferencia. A la violencia conducen nuestros rencores y nuestros orgullos, nuestra vanidad y nuestra avaricia, nuestra falta de templanza y de autocontrol. Por eso uno de los signos del tiempo nuevo del Mesías es la ausencia de violencia; así dice Isaías: “De las espadas, forjarán arados; de las lanzas, podaderas; ya no se adiestrarán para la guerra”.

La guerra es la multiplicación exponencial de todo mal y la exteriorización de todo pecado. Pero la guerra se fragua en el corazón y en la mente de las personas. En unas por su afán de poder, en otras por dejarse contagiar con el virus del odio ante el distinto. Antes de que el gobierno ruso bombardeara Kiev, la mayoría de la población rusa llamaba “nazis” a los ucranianos y a su gobierno. Sin demonizar al otro no eres capaz de matarlo o justificar su asesinato. Por eso, desconfía de quien te presente la vida o la historia con trazos maniqueos, como una historia de buenos y malos.

Desconfía también de ti mismo cuando en vez de mirar al otro (a tu familiar, a tu compañero de trabajo, a tu vecino...) con ojos de acogida, lo miras como un rival o un enemigo, y lo reduces a aquello que te limita. Lo verás como un obstáculo a eliminar, no como un hermano con el que compartir. Acoger al distinto es sembrar semillas de paz, preparar la venida del Mesías.

Reciclaje del equipamiento parroquial


En estos tiempos en que tanta necesidad hay del reciclaje y la reutilización de enseres, nuestro equipo de mantenimiento parroquial, Gabi y Victoria, están haciendo unas labores de mejora y embellecimiento de los bancos de nuestro Templo parroquial de San José Obrero, para que tengamos un aún más hermoso encuentro con el Señor, al compartir los sacramentos y la oración.

¡Venga a nosotros tu Reino! (Lucas 23,35-43)

¡Venga a nosotros tu Reino! (Lucas 23,35-43), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 20 de noviembre de 2022, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

Cuando los judíos hablaban del Reino de Dios, casi todos entendían que estaba por llegar el Mesías, un guerrero valiente y justo, más incluso que el rey David; y que los iba a salvar de los romanos y los explotadores, y los iba a hacer vivir en la paz y en la prosperidad... Algunos cristianos piensan que el Reino de los Cielos se dará después de esta vida; y en él seremos juzgados, unos para condenarse por sus pecados y otros para salvarse por sus méritos y virtudes...

Pero Jesucristo nos dice bien claro en el Evangelio que el Reino de los Cielos es como la levadura que una mujer pone en una cuartilla de harina y que, poco a poco, va fermentando toda la masa (Lc 13,21). Y también nos dice que el Reino no llegará de manera espectacular (Lc 17,20). Lo que muestra que Jesús es el Rey de todos los Reyes, y el Señor de todos los Señores en su perdón en la cruz, y su entrega por amor a nosotros y para redimir a la humanidad entera. El Reino del amor vendrá con amor; el Reino de la paz vendrá con paz; el Reino de la justicia vendrá cuando todos los que escuchamos su voz acojamos la voluntad del Padre.

Venga tu Reino, en lo cotidiano y en lo pequeño; en el seno de nuestras familias y en el pueblo que mira por los más frágiles. Venga a nosotros tu Reino. No queremos ser nosotros los señores, sino siervos tuyos, Señor.  Llegará el día en el que toda lágrima sea enjugada y toda injusticia resarcida. En el poder de tu amor confiamos.

Jesucristo se hizo pobre (2 Cor 8,9)

Jesucristo se hizo pobre (2 Cor 8,9), domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, ciclo C.

“Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá”, les dice Jesús a los discípulos preparándolos para la persecución y para darles esperanza en los momentos de dificultad. Tendremos dificultades y problemas, pero tenemos la certeza absoluta de que el Señor hará llegar nuestra vida a buen puerto. Él se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Este es el lema de la jornada de los pobres que celebramos el próximo domingo.

Se empobreció haciéndose hombre, sin aferrarse a su categoría de Dios, para hacerse entrañable y cercano; se empobreció haciéndose trabajador manual sin hacer carrera entre los sabios y entendidos de su tiempo; se empobreció aceptando ser signo de contradicción, y poner su vida en el candelero de los juicios de unos y de otros; se empobreció al someterse a la pasión y la cruz, pobreza radical y absoluta; siguió empobreciéndose al entregarnos su cuerpo y su sangre en la eucaristía. Cada escalón que el Señor desciende en la pobreza es una riqueza para todos nosotros. No hay riqueza mayor que compartir la plenitud de su vida y vivir siempre en comunión con Él.

La pobreza de Jesús contrasta con el orgullo y el afán consumista de nuestra sociedad. La riqueza, injusta e insolidaria, depredadora de la armonía de la naturaleza y que amenaza con destruirnos, es causa del empobrecimiento inhumano de los más débiles. Hagamos nuestras las causas de los pobres, para desde ellos hacer de nuestro mundo el hogar de los hijos de Dios.

Día de la Iglesia Diocesana, 6 de noviembre

Este domingo celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Una Jornada en la que se nos invita a tomar conciencia de que no se puede ser cristiano de modo aislado. Los cristianos vivimos nuestra fe en el seno de la Iglesia, más concretamente, en una Iglesia particular, y en el marco de una parroquia concreta. Toda la Iglesia late en el corazón de cada diócesis, Iglesia local que peregrina al encuentro de Dios y de todos los santos en la Jerusalén del cielo. Hacemos juntos una peregrinación cuya meta es el Reino de Dios, que el mismo Cristo nos ha prometido, y la esperanza que compartimos nos anima en este camino. Y mientras aguardamos vivir la plenitud de la Iglesia celestial, experimentamos que el Pueblo de Dios, en su riqueza de sus carismas, está presente en nuestra Archidiócesis.

Lea la carta pastoral para este domingo 6 de noviembre de 2022, haciendo clic aquí.