El Papa Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii
Gaudium afirmaba que «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta
de atención espiritual» (n. 200). Por eso, no solo debemos ocuparnos de nuestro
crecimiento en la fe, sino también de ayudar a nuestros hermanos pobres a
crecer también en la fe, «necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su
amistad» (ibíd.).
Los miembros del equipo de Cáritas de esta parroquia
sabemos bien que ésta es nuestra misión, «ayudar a nuestros hermanos pobres a
crecer también en la fe» y no la realizamos de manera autónoma, sino en
comunión con la Iglesia y enviados por ella. Por eso hoy, al comenzar el curso,
imploramos la bendición de Dios.
Hemos oído en la segunda lectura, cómo San Pablo invita a
Timoteo a tener fe, y por medio de ella, a practicar la caridad. Nuestra
caridad no se puede limitar a «dar lo que no necesito», sino a servir con
humildad a las necesidades de los otros. Esto no es posible sin hacer una
opción por una forma de vida sencilla, austera y comprometida con el bien
común.
Que nuestra participación generosa en la colecta a favor
de nuestros hermanos necesitados sea expresión sincera de nuestro deseo de
vivir con sencillez y austeridad.