Atraeré a todos hacia mí (Mateo 26, 14-27.66)

Atraeré a todos hacia mí (Mateo 26, 14-27.66), comentario sobre el Evangelio del 5 de abril de 2020, Domingo de Ramos.


¿Qué por qué los cristianos le damos tanta importancia a la Cruz y hay más imágenes representando la pasión y muerte que la resurrección de Cristo? Buena pregunta Rudy, y nos servirá para profundizar en un aspecto importante de la fe de los cristianos.

Sin resurrección no habría fe en Cristo, porque la resurrección de Jesús es el triunfo del amor sobre el odio, de la vida de Dios sobre la muerte del pecado, por eso dice San Pablo que, si Cristo no hubiera resucitado, nuestra fe sería vana y no tendría sentido. No podríamos rezar a Cristo porque un muerto no escucha, no podríamos confiar en él, no tendríamos esperanza en la vida eterna de nuestros difuntos, ni nuestra fe podría llegar al extremo del sacrificio, estaría vacío de sentido.

Pero, por eso mismo, la resurrección da un valor tan grande y radical a la cruz de Cristo por amor a los hombres. En su cruz nos mostró el inmenso amor de Dios por nosotros y cómo busca nuestra salvación y nuestra vida; y cómo, también nosotros, hemos de entregarnos, desde la voluntad de Dios, a los demás.

Esa entrega de la propia vida es la que despierta admiración y la que atrae; lo que atrajo a los primeros cristianos a creer incondicionalmente en Cristo fue su entrega valiente, generosa, por amor incondicional, en la cruz. Como nos atrae, en lo más hondo de nuestra humanidad, la entrega de los médicos y sanitarios que por salvar a otros se exponen día tras día al contagio; o la de los transportistas o dependientes que trabajan día a día para que todos tengamos lo necesario para vivir. Lo que atrae lo más auténtico de lo que somos es la entrega sacrificada y solidaria. La cruz de Cristo atrajo y atrae al mundo. La cruz es el sello que certifica que el amor no se queda a medias.