Crisis de ciudadanía (Marcos 9,30-37), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 17 de septiembre de 2021.
Vivimos una profunda crisis de ciudadanía.
Una sociedad democrática necesita una estructura institucional adecuada, pero
la más perfecta de las Constituciones, sin una ciudadanía informada y
consciente, sin unos líderes honrados y capaces, acabará en la autodestrucción.
Ni nosotros, por lo común, somos esos ciudadanos, ni a nuestros líderes les
adornan esas virtudes. No estamos bien, pero podemos ir a peor; la polarización
política y el poder de los partidos ha de encontrar enfrente la sensatez y el
sentido de realidad de muchos.
Por ello necesitamos cristianos que asuman
la tarea de ocuparse por los asuntos de todos: resolver los problemas de la
falta de trabajo, las carencias de la sanidad y la educación, el cuidado del
medio ambiente. Cristianos que busquen, no ser servidos, sino servir; personas
que lleguen a un puesto de responsabilidad con experiencia de vida, conscientes
de que han de estar atentos a lo que necesita su pueblo y a las oportunidades
que se pueden ir abriendo.
De un millón de quejas y críticas
desesperanzadas nada sale. Cada uno hemos de encontrar la tarea y el servicio
al que Dios nos llama.