Primer domingo de octubre, Cáritas

De nuevo somos convocados, el domingo, día de la Resurrección del Señor, para celebrar el sacramento de nuestra fe. En la Eucaristía celebramos juntos nuestra fe y, a través de nuestra caridad hacia los más pobres, les hacemos partícipes de esta fe que profesamos y celebramos.

El Papa Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium afirmaba que «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual» (n. 200). Por eso, no solo debemos ocuparnos de nuestro crecimiento en la fe, sino también de ayudar a nuestros hermanos pobres a crecer también en la fe, «necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad» (ibíd.).

Los miembros del equipo de Cáritas de esta parroquia sabemos bien que ésta es nuestra misión, «ayudar a nuestros hermanos pobres a crecer también en la fe» y no la realizamos de manera autónoma, sino en comunión con la Iglesia y enviados por ella. Por eso hoy, al comenzar el curso, imploramos la bendición de Dios.

Hemos oído en la segunda lectura, cómo San Pablo invita a Timoteo a tener fe, y por medio de ella, a practicar la caridad. Nuestra caridad no se puede limitar a «dar lo que no necesito», sino a servir con humildad a las necesidades de los otros. Esto no es posible sin hacer una opción por una forma de vida sencilla, austera y comprometida con el bien común.

Que nuestra participación generosa en la colecta a favor de nuestros hermanos necesitados sea expresión sincera de nuestro deseo de vivir con sencillez y austeridad.