En el camino,
comprensión (Jn 8, 1-11), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 3 de
abril de 2022, V de cuaresma.
Todos tenemos cosas que reprocharnos. A todos nos pueden decir: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Por eso, a nadie debemos juzgar, ni condenar. En el camino de nuestra vida tenemos siempre que comprender a quien tropieza y cae; a quien, en un momento de su vida, tuvo una debilidad. Esto no significa que las cosas que hagamos no tengan importancia. Lo malo es malo, y lo bueno, bueno. Lo que hace daño, hace daño, valga la redundancia; de tal manera que lo que construye y aprovecha es lo que debemos hacer.
Pero insisto, todos tenemos cosas que
reprocharnos; por eso también todos podemos escuchar las palabras que Jesús
ofrece a aquella mujer sorprendida en adulterio a quien los vecinos de
Jerusalén querían lapidar. También nosotros podemos escuchar: “Tampoco yo te
condeno”. Nos lo dice el mismísimo Hijo de Dios. Así que, si Él no nos condena,
no debemos condenarnos a nosotros mismos, ni revivir eternamente la vergüenza y
el arrepentimiento de aquello que hicimos. Solo debemos recordar la mirada de
comprensión y perdón, el gesto de acogida, con la que Jesucristo rehabilitó
nuestra dignidad dañada.
Ni podemos cancelar el pasado, ni dejar
que el pasado anule la bondad y la hermosura que el futuro nos puede deparar.
Al escuchar a Jesús decir: “En adelante, no peques más”, sabemos que Él confía
en nosotros, para que vivamos conforme al amor con el que Él se entregó. Que Él
se entrega para que vivamos en su amor.












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