Prueba de vida (Jn 6, 51-58), breve comentario sobre el
Evangelio del domingo 11 de junio de 2023, solemnidad del Corpus Christi
(Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo).
La forma pagana de creer en Dios lo entiende como ajeno a
nuestra vida; nosotros, con ofrendas y sacrificios, podemos ganarnos su favor.
Así lo viven muchas personas. El creyente entiende a Dios cerca de nosotros,
acompañándonos en el camino de nuestra vida, protegiéndonos en todo momento, y
dejando que desde nuestra libertad crezcamos y maduremos como personas.
Es coherentemente paradójico cómo, los que creemos en
Dios, vemos las dificultades de nuestra vida, las enfermedades y los problemas
como pruebas de un Dios que nos ama y nos protege. Dios nos quiere y nos
acompaña en ellas, no nos quiere niños malcriados que no saben amar. El Señor
quiere que aprendamos a amar, y en algunos momentos las lecciones son duras.
La eucaristía, sacramento del cuerpo de Cristo entregado
en la cruz y resucitado por nosotros, es signo de esta realidad amantemente
contradictoria. La eucaristía nos acompaña en nuestras debilidades y nuestras
alegrías, en nuestras dificultades y nuestras fortalezas, en lo íntimo de
nuestro corazón y, en estos días, haciéndose presente en las calles y barrios
de nuestros pueblos.
Dios no espera que vayamos a verlo, Él se adelanta siempre, viene a buscarnos para acompañarnos y para que hagamos de toda nuestra vida un camino de fe, en el que acoger a Dios y a los más pobres, en el que alabar su bondad.