Sobre el otro mundo (Lucas 16,19-31)

Sobre el otro mundo (Lucas 16,19-31), comentario al Evangelio del domingo 29 de septiembre del 2019.


Hay cristianos a quienes les resulta incómoda la dimensión profética de la fe. Uno puede hablar en la homilía de la misa sobre las virtudes personales que deben acompañar a la vida cristiana, o sobre la experiencia íntima de la fe, o sobre la prudencia a la que nos invita el evangelio…, y su rostro siempre es de escucha atenta y de aprobación. Pero si se habla de la injusticia estructural de nuestro mundo, del cambio que están reclamando con sus sufrimientos los pobres, de la opresión y el latrocinio de los poderosos… su rostro se encoge, el entrecejo se les frunce y comienzan a pensar que para escuchar sobre política no vienen a la Iglesia.

Otros por el contrario se encuentran muy a gusto cuando se critica el poder y la injusticia de los más ricos; sus posturas políticas se ven alentadas y se sienten reconocidos en sus ideas y convicciones. Pero dejan de prestar atención cuando se habla de la dimensión trascendente de la fe, sobre la vida eterna, sobre la llamada a una Vida plena que Dios Padre hace a todos sus hijos después de esta vida. Les parece que hablar de la otra vida es dejar de prestar atención a la historia presente.

Las dos dimensiones de la fe son necesarias, e incluso, podríamos decir, solidarias una con otra. Porque la gloria de Dios es que sus hijos tengan vida, que los pobres puedan vivir con dignidad verdadera; quien ve el sufrimiento de los pobres y escucha la voz de Dios no puede sino acoger el compromiso profético de la fe; y quien ve el sufrimiento extremo de los pobres y tiene en su corazón el amor de Dios, no puede sino confiar en que la bondad de Dios les regala la Vida que aquí se les negó tan injustamente.