Contra toda evidencia (Lucas 20,27-38), comentario al
Evangelio del 10 de noviembre de 2019.
Contra toda evidencia quieren hacernos creer que sólo
somos una cosa más entre las cosas; que nuestro cuerpo se resuelve en un saco
de músculos y huesos, más o menos bien conformados; que nuestro tiempo sólo son
horas, semanas, años que se suceden; que nuestra vida sólo consiste en
experiencias que se suceden hasta su decrepitud y aniquilamiento.
Nos intentan hacer creer todo esto contra la evidencia
palmaria del espíritu que da sentido a nuestro cuerpo, nuestro tiempo y todas
las experiencias que vivimos. Ni las pruebas ostensibles del amor y la libertad
que vivimos, ni la trascendencia de la belleza que nos envuelve, ni la
conmoción de la ternura que vivimos, parece que puedan convencer a quien sólo
quiere vernos como un trozo de materia, sujetos solo de placer y de dolor.
Pero esto no es así. Somos personas con dignidad; nuestra
vida es un regalo, un don, inmerecido, inconmensurable, que nos hace ser
humanos; se nos ha hecho el regalo de ponernos en el camino de hacernos
personas; se nos regala cada día la oportunidad de hacernos merecedores de ese
don; y Quien nos ha entregado hasta su propia intimidad, su Palabra, hace que
nuestra vida sea para siempre.
Convéncete mirando a cualquier personas que te rodea:
imagina sus anhelos y sus miedos, sus frustraciones y sus logros, su pecado y
su bondad --¡tan parecidos a los tuyos!--. Después contémplate a ti mismo, en
la eternidad serena de tu espíritu, en el que no eres ni joven ni viejo, donde
tus cualidades dejan paso a la verdad más radical y evidente: eres.