Extracto del Mensaje del Santo Padre Francisco para la III Jornada Mundial de los Pobres (Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, 17 de noviembre de 2019): “La esperanza de los pobres nunca se frustrará”.
La descripción de la acción de Dios en
favor de los pobres es un estribillo permanente en la Sagrada Escritura. Él es
aquel que “escucha”, “interviene”, “protege”, “defiende”, “redime”, “salva”...
En definitiva, el pobre nunca encontrará a Dios indiferente o silencioso ante
su oración. Dios es aquel que hace justicia y no olvida (cf. Sal 40,18;
70,6); de hecho, es para él un refugio y no deja de acudir en su ayuda
(cf. Sal 10,14). […]
La Iglesia, estando cercana a los pobres,
se reconoce como un pueblo extendido entre tantas naciones cuya vocación es la
de no permitir que nadie se sienta extraño o excluido, porque implica a todos
en un camino común de salvación. La condición de los pobres obliga a no
distanciarse de ninguna manera del Cuerpo del Señor que sufre en ellos. Más
bien, estamos llamados a tocar su carne para comprometernos en primera persona
en un servicio que constituye auténtica evangelización. La promoción de los
pobres, también en lo social, no es un compromiso externo al anuncio del
Evangelio, por el contrario, pone de manifiesto el realismo de la fe cristiana
y su validez histórica. […]
«La opción por los últimos, por aquellos
que la sociedad descarta y desecha» es una opción prioritaria que los
discípulos de Cristo están llamados a realizar para no traicionar la
credibilidad de la Iglesia y dar esperanza efectiva a tantas personas
indefensas. En ellas, la caridad cristiana encuentra su verificación, porque
quien se compadece de sus sufrimientos con el amor de Cristo recibe fuerza y
confiere vigor al anuncio del Evangelio. […]
La condición que se pone a los discípulos
del Señor Jesús, para ser evangelizadores coherentes, es sembrar signos
tangibles de esperanza. […]
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