Momentos críticos (Mateo 10,26-33),
comentario sobre el Evangelio del 21 de junio del 2020.
Nuestra vida se desarrolla, normalmente,
desde las mismas rutinas y circunstancias. Y es bueno y necesario que sea así.
Pero, en momentos concretos, se nos plantean o descubrimos retos que van a
marcar quiénes somos y cuál es nuestra calidad de personas. Nos habíamos
acostumbrado a que maltrataran a aquel compañero de curso que era especial por
alguna circunstancia, hasta que un día nos dimos cuenta de lo injusto del acoso
y de la complicidad de los que mirábamos para otro lado. Y se nos planteó el
reto de crecer en valentía y humanidad o seguir al rebaño que pisotea toda
planta que no conoce. Nos habíamos acostumbrado a que fueran los demás los que
nos solucionaran los problemas, hasta que caímos en la cuenta de que nosotros
podíamos formar parte de la solución. Esos momentos críticos reorientan y
definen nuestra vida.
Seguir al rebaño, continuar con nuestras
rutinas, cerrar nuestros oídos a la voz de nuestra conciencia… Todo eso acaba
por alejarnos de nosotros mismos y por sentirnos, en el fondo, insatisfechos
con nosotros mismos. Por eso Jesús nos exhorta: “No tengáis miedo. Lo que
os digo al oído pregonadlo desde las azoteas. Si uno se pone de mi parte
ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y
si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del
cielo.”