Si yo me encontrara una Estrella (Mt 2, 1-12), breve comentario del Evangelio del jueves 6 de enero de 2021, solemnidad de la Epifanía del Señor.
De manera sorprendente, el evangelio de san Mateo narra
que, en los primeros años de la vida de Jesucristo, unos sabios, venidos de
tierras lejanas, llegaron al mesías niño para adorarlo y ofrecerle oro,
incienso y mirra. Es inaudito que un simple recaudador de impuestos haya
conseguido forjar una narración de tanta fuerza imaginativa y popular. Aunque
no es la única sorpresa de este tipo que nos reserva Mateo en su evangelio: las
bienaventuranzas son otro ejemplo de su capacidad para transmitirnos la fuerza luminosa
que él mismo acogió de Jesucristo.
Aquellos magos de oriente desaparecieron y la vida de
Jesús y su familia continuó siendo la de unos aldeanos pobres de Galilea. Pero
en ellos no pudo borrarse la impresión de ver la omnipotente debilidad de Dios
hecho niño; y en María y José, nada pudo hacer olvidar que no solo ellos sabían
de la misión incomprensiblemente grande de aquel niño.
Cuando nosotros encontramos la estrella de la fe, que
llena el corazón y la vida, todo cambia sin que haya cambiado nada. En todo
vislumbramos motivos de esperanza. Toda nuestra vida se convierte en misión; y
en todo momento nos sentimos acompañados –compartiendo el pan- con el que le da
sentido a la historia y nuestra vida.