El lado sufrientemente humano de la vida (Lc 6, 17-26), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 13 de febrero de 2022.
La vida es gozo y alegría, es exuberancia
y plenitud. Pero nuestra vida tiene primaveras y otoños; veranos e inviernos;
momentos para reír y momentos para llorar. Por eso, la Vida es más que sus
momentos de placer o de padecer. Solo el amor es Vida.
Cuando no entendemos esto –y nos cuesta la
vida entera entenderlo-, tenemos el riesgo de dejar a un lado lo pobre, lo
sufriente y lo sacrificado de la vida para adorar a quien nos promete placer,
honores o riquezas; y, entonces, todo lo perdemos. Ay de nosotros, cuando a
éstos pretendemos y los convertimos en el norte de nuestra vida.
Cuando nos desprendemos todo eso, que es
vano y superficial, podemos vivir felices en la pobreza y con los pobres;
felices en el sufrimiento y con los que sufren; felices en debilidad y con los
débiles; nuestros vecinos serán importantes porque son nuestros vecinos; lo
mismo que somos importantes para nuestros padres, simplemente porque somos sus
hijos. Esa es la vida.
Jesucristo mirando a sus discípulos,
pescadores y labradores humildes, pobres trabajadores, cada uno con sus
limitaciones, pero con la inmensa riqueza de haber sido elegidos, les dice una
frase tan enigmática como revolucionaria y trascendente: “Dichosos vosotros los
pobres porque vuestro es el Reino de los cielos”.