El crisol del sufrimiento (Juan 18,1-19,42), breve comentario sobre el Evangelio de la Pasión del Señor, 15 de abril de 2022, Viernes Santo.
Cuando las dificultades afrontan nuestra
vida y tenemos que definirnos ante el sufrimiento propio o el ajeno
manifestamos lo mejor o lo peor que hay en nosotros. Así les pasó a Pedro y a
Judas que, ante la aparente impotencia de su maestro para ser el mesías
esperado, uno lo negó y el otro lo traicionó. Otros fueron fieles hasta
acompañar a Cristo en su pasión, así lo hicieron Simón de Cirene, ayudándolo a
llevar la cruz, y Verónica, enjugando su rostro del sudor y la sangre.
Esta
dualidad de nuestra alma se dio también en el mismo suplicio de la cruz. A cada
lado de Jesús había crucificados dos ladrones. Uno de ellos renegaba y lo insultaba;
el otro, recriminando a su compañero y confiando en Jesús, consiguió su
salvación. San Dimas se hizo consciente a las claras de su situación: “¿Ni
siquiera temes a Dios estando en el mismo suplicio?”; reconoció su culpa y su
pecado: “Lo nuestro es de justicia porque pagamos por lo que hemos cometido”;
y, por último, confió toda su esperanza en la misericordia y el poder de Jesús:
“Llévame contigo cuando llegues a tu Reino”.
Ojalá cuando nos toque a nosotros afrontar las dificultades y el dolor en nuestra vida, o el mal y la injusticia de este mundo tengamos estas actitudes de reconocer nuestra propia fragilidad, de humildad sincera y de confianza en Cristo que tuvo san Dimas, para que también nosotros escuchemos como él: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.