Humilde valentía (Jn 21, 1-19), breve
comentario sobre el Evangelio del domingo 1 de mayo de 2022, III de Pascua.
El evangelio de San Marcos se compuso en Roma y tenía tras de sí el testimonio apostólico de san Pedro. Y como las personas de fe son así, Marcos es el que con más claridad refleja las limitaciones, las tentaciones y las negaciones del primero de los papas de la Iglesia. Por el contrario, el que nos transmite el texto más tierno y trascendente de la relación entre Pedro y Jesucristo es el evangelio de San Juan. Paradojas que solo desde la fe se entienden.
Cuando
Dios decide encarnarse, lo hace con todas las consecuencias. No solo con las
posibilidades y limitaciones de nuestra condición biológica, también las de
nuestra condición histórica. Y para que el evangelio se fuera extendiendo a
todas las personas y todos los pueblos puso a Pedro como signo de unidad y de
caridad en la Iglesia. “Pedro, ¿me amas?”, le pregunta una y otra, y otra vez;
y ante la respuesta humilde y sincera de aquel pescador de Galilea lo llama a
una misión muy superior a sus fuerzas: “Apacienta mis ovejas”.
Cuando
nuestra humildad y la gracia de Dios mate la raíz del orgullo que nos desazona
y nos desorienta, podremos vivir en fecunda entrega a la misión que Jesucristo
nos confía. Ojalá tengamos la humilde valentía de Pedro para asumirla. Solo tú
puedes hacer lo que Dios a ti te pide. En este aquí y este ahora tú también
puedes responder a Jesús: “Señor, a pesar de mis debilidades y caídas, tú sabes
que te quiero”.