Lúcida soñadora: la Fe (Jn 13, 31-35), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 15 de mayo de 2022, V de Pascua.
¿Cómo se le pudo ocurrir al Señor pedirnos
que nos amáramos unos a otros como Él nos amó? El mandamiento de la Nueva
Alianza señala el imposible de los imposibles. A nosotros, que somos egoístas y
orgullosos, nos pide que amemos con generosidad y humildad; si hasta haciendo
algo bueno, nos llenamos de un orgullo sutil y dañino. A nosotros, que somos
cobardes y calculadores, nos pide que amemos hasta entregar la vida, sin pasar
factura... Realmente, el Señor soñó con una utopía.
Pero eso es la fe: soñar lúcidamente con
un mundo nuevo, con una tierra nueva y un cielo nuevo; soñar con que, quienes
se mueven serpenteando, se asienten en sus dos pies y caminen decididamente
hacia el Reino.
La fe es esa lúcida soñadora que pone en
nuestro corazón la única meta que puede llenarlo totalmente. Nos equivocaremos,
tropezaremos mil veces en la misma piedra, pecaremos, pero nada debe impedir
que tengamos nuestra mirada puesta en el horizonte de la gloria del amor de
Dios. Hasta el pecador más recalcitrante puede decir con humildad: “Señor, Tú
eres clemente y misericordioso”. Los más pobres y los que más sufren son los
que, con más ahínco, buscan que el Señor todo lo haga nuevo y se acaben las
lágrimas, el luto y el dolor.
No hay fe verdadera si nuestro pecho no se
llena de anhelos de una justicia y un amor sin límites.