“Espíritu Ruah” (Jn 20, 19-23), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 5 de junio de 2022, solemnidad de Pentecostés.
“Espíritu” en hebreo se dice “Ruah”, una fuerza que era fuente de vida y
movilizaba a los profetas para que cumplieran la misión que Dios les
encomendaba. La “ruah” es el aire que respiramos y nos permite vivir; es
símbolo de la presencia del Dios que siempre está con su pueblo.
Sutil, como la brisa que refresca y alegra
en verano. Invisible, como el aire que impulsa los veleros en el mar.
Irresistible, como la ráfaga que, en otoño, te vuelve el paraguas del revés.
Así es el Espíritu de Dios en nuestra vida. Siempre una sutil invitación a tu
libertad para que vivas desde el amor. Invisible conjunción de las cosas que
hace que sabes qué rumbo has de tomar en la vida. Irresistible poder de Dios
ante el que sabes que tu vida depende de acoger con humilde obediencia su
voluntad.
“Ruah”, en la gramática hebrea, es una
palabra femenina. La “Ruah” tiene esa sabiduría femenina, maternal, de saber
antes que nadie lo que te ocurre, lo que estás sintiendo, lo que te conviene de
verdad; también, como los varones podéis imaginar, es imposible de descifrar.
Dejarse llevar por el Espíritu de Dios es
siempre la mayor aventura de amor y de plenitud que puede vivir una persona,
una familia, una comunidad cristiana. El Espíritu romperá tus rutinas y tus
expectativas; para compensarte, te dará una luz distinta en la mirada, como
cuando una brisa limpia la niebla del horizonte.