Contemplar Su Mirada (Juan 1, 1-18), breve comentario sobre el Evangelio del domingo 25 de diciembre de 2022, solemnidad de Navidad.
“Hemos contemplado su gloria, de gracia y
de verdad”, comenta el evangelista san Juan al narrarnos poéticamente la
encarnación del Hijo de Dios como una persona cualquiera, en las entrañas de
nuestra misma historia. Es grande que Dios nos creara; es más grande todavía
que por su amor redentor nos sacaran de la oscuridad del sinsentido y de la
muerte. Pero lo que no hay palabras para contar, ni poemas para cantar es cómo
lo hizo. Que el Hijo de Dios mismo se hiciera hombre como nosotros, acogiera la
debilidad de nuestra condición y aceptara nacer en un pesebre y morir en una
cruz, desborda todo lo que podemos pensar.
Cuando miramos con amor a alguien,
queremos abrazarlo y mostrarle nuestro deseo de comunión con él; sus alegrías
nos alegran, su sonrisa nos hace sonreír. Cuando lo vemos padecer, nuestro amor
no puede sufrir que vivamos ajenos a sus dolores. El amor es siempre comunión
para el bien del otro, pero siempre es comunión. ¿Con qué amor no nos miraría
el Hijo de Dios que quiso alegrarse y disfrutar con nosotros, sufrir y padecer
con nosotros para ofrecernos su comunión?
Noche Buena y Navidad es tiempo de mirar al Niño Dios. Es también tiempo de contemplar con qué amor nos mirará Dios a nosotros para dejar el cielo y bajarse a nuestro barro para ofrecernos la gracia de su amor. Ante el pesebre calla un rato y considera hasta qué punto Dios te ama y con cuanto amor te mira. ¡Ay, Si fuéramos capaces de contemplar cómo Dios nos mira!