Evangelio del Domingo dia 17 de enero de 2016

Vino nuevo (Juan 2,1-11)
“Nos fuimos a vivir juntos, como los jóvenes de nuestro tiempo se van a compartir toda la vida, aunque sin el valor de reconocerlo. Nos fuimos a vivir juntos y nuestra vida era un lienzo en blanco en el que queríamos pintar futuro. Soñábamos en vivir una aurora cada noche y un cielo cada mañana. Soñábamos en crear algo distinto, porque cada pareja piensa que inventa el amor, y así es. Creíamos que no podíamos amarnos más, y no habíamos comenzado el camino de la entrega…
Luego la vida nos mostró que el amor se cincela a golpes; que la ilusión ha de realizarse en la debilidad de nuestro espíritu y en la necesidad de nuestra carne. Vino la enfermedad; vinieron los problemas; vinieron torbellinos de vida, con nombre de niños, que nos arrebataban de nosotros mismos y parecía que nos obligaban a olvidarnos de todo. Pero no lo hicimos.
No nos olvidamos del Misterio que nos fundió en un solo cuerpo; no nos olvidamos de la Palabra que nos dimos en sincera soledad; no nos olvidamos de que en nuestro corazón y en el latir de nuestro amor hay Alguien más grande que nuestra propia limitación. Y nuestro amor fue realizándose; fue cumpliendo promesas, sin que otras nuevas faltaran. Ante el error pusimos perdón; ante la dificultad, entrega; ante la incomprensión diálogo; ante los problemas, silencio compartido.”
Es bonita la ilusión, pero más hermosa es la sólida entrega que se abre al futuro. Y sois muchos los que transformáis la ilusión en amor, y un amor abierto a un futuro de mayor entrega.