Comentario al Evangelio del Domingo día 24 de Abril de 2016



Gloria iluminadora (Juan 13,31-35)
La gloria de Dios es la vida del hombre, que el pobre tenga vida. La gloria de la persona es acoger la vida plena de Dios.
Un matrimonio joven pasea por el parque, ella embarazada, pasean de la mano: Gloria de Dios. Un grupo de adolescentes parlotean animadamente, comen el bocadillo, hora del recreo: Gloria de Dios. Voluntarios de la parroquia están reunidos, buscan la integración de niños de familias inmigrantes: Gloria de Dios. Un hombre de mediana edad sale del metro y espera a que salgan uno, dos, tres, cuatro niños: Gloria de Dios. 20 años, el corazón lleno de ilusiones, un joven quiere consagrar su vida al Reino: Gloria de Dios.
En el último banco de la Iglesia una mujer joven se arrodilla, tiene a su lado la bolsa de la compra, su oración con la cabeza baja queda en su intimidad: la persona se glorifica. Un anciano llora, conversando con el sacerdote; la enfermedad de su esposa lo angustia: amor sufriente, palabras de consuelo, fortaleza en la fe, la persona se glorifica. Siete y media de la mañana, trabajadores en el transporte público, uno de ellos lee en su móvil el evangelio del día, suspira para llenarse de la humanidad de Espíritu que lo envuelve: la persona se glorifica. Delante del confesionario, desahoga su corazón; son pecados cotidianos enquistamiento de relaciones, debilidad en las propias opciones, tropezones de orgullo y rencor; la misericordia del Padre lo reconcilia y lo libera: la persona se glorifica.
Dios hecho hombre entrega su vida para que el hombre acoja su amor: Gloria de hombre y de Dios.