Oración después de la comunión (compartida
22 y 23 de abril).
Oh, Cristo de la Victoria,
nos diste la Salvación,
por tu Muerte
y tu Resurrección.
Por la mañana, temprano,
María a la tumba fue;
la piedra estaba movida,
pero a Jesús no se ve.
Jesús pregunta a María:
“¿Por qué lloras, mujer?”.
“Mi Señor no está en la tumba;
dime si Tú sabes de Él”.
Jesús, en toda su gloria,
se hace reconocer;
María cuenta a los hombres
lo que acaba de ver.
Lo mejor es que, con nosotros,
Tú te quisiste quedar,
para darnos vida eterna
y, Contigo, resucitar.
Te rezamos y adoramos,
en el pueblo de San Juan;
y Tú, con nuestros pecados,
nos bendices con tu paz.