Oración para después
de la comunión
(29 y 30 de abril):
Pastor que, con tus
silbos amorosos,
me despertarte del
profundo sueño.
Tú, que hiciste
cayado de ese leño,
en que tiendes los
brazos poderosos,
vuelve los ojos, a
mí, piadosos,
pues te confieso por
mi amor y dueño,
y la palabra de
seguirte empeño,
tus dulces silbos y
tus pies hermosos.
Oye, Pastor, pues por
amores, mueres,
no te espante el
rigor de mis pecados,
pues tan amigo de
rendidos eres.
Espera, pues, y
escucha mis cuidados,
pero, ¿cómo te digo
que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados?