Comentario al Evangelio del 14 de febrero de 2016

Tentaciones maritales (Lucas 5, 1-11)
Una tentación de las parejas jóvenes es querer vivir en una perenne adolescencia, sin querer asumir una entrega de por vida, aunque lo necesiten y lo quieran. “Somos pareja, pero casarnos son palabras mayores”; “nos vamos a vivir juntos, pero como amigos, cada uno con sus gastos”; “yo lo quiero mucho, pero no sé qué pasará en un tiempo”… No caigáis en la tentación de ser perennes adolescentes; la vida pasa factura, y el miedo que paraliza puede dejaros helados. Pensad vuestra Vida con sensatez y, después, dejaros llevar por su corriente de entrega.
En otra edad está la tentación de la “cardioesclerosis”; también conocida como guardar rencor de agravios pasados hace meses y años, y años. Si estás con tu pareja hace tantos años, ¿por qué no perdonaros de verdad y vivir la dulzura del cariño, ahora que tanta falta os hace? Se valiente y reconoce que la necesitas para ser tú.
La tercera tentación es la del “ella ya sabe que la quiero…”; demasiado frecuente en la edad mediana. ¿Y si no lo tiene claro?, ¿y si necesitas que se lo demuestres cada mañana y cada noche?, ¿y si comienza a pensar que ya no eres la persona con la que se casó hace algunos años? Sé valiente y demuéstrale que la quieres y la deseas; no caigas en la estupidez y no dilapides el amor, que se entregó como tesoro precioso, por escuchar “carrusel deportivo” o lo que quiera que sea.
Perdonad el atrevimiento de este pobre cura, pero tanta luz como hay en la experiencia de amor de pareja no debe taparla la maleza superficial. En el desierto todo se ve más claro.