Tentaciones maritales (Lucas 5, 1-11)
Una tentación de las parejas
jóvenes es querer vivir en una perenne adolescencia, sin querer asumir
una entrega de por vida, aunque lo necesiten y lo quieran. “Somos
pareja, pero casarnos son palabras mayores”; “nos vamos a vivir juntos,
pero como amigos, cada uno con sus gastos”; “yo lo quiero mucho, pero no
sé qué pasará en un tiempo”… No caigáis en la tentación de ser perennes
adolescentes; la vida pasa factura, y
el miedo que paraliza puede dejaros helados. Pensad vuestra Vida con
sensatez y, después, dejaros llevar por su corriente de entrega.
En
otra edad está la tentación de la “cardioesclerosis”; también conocida
como guardar rencor de agravios pasados hace meses y años, y años. Si
estás con tu pareja hace tantos años, ¿por qué no perdonaros de verdad y
vivir la dulzura del cariño, ahora que tanta falta os hace? Se valiente
y reconoce que la necesitas para ser tú.
La tercera tentación es la
del “ella ya sabe que la quiero…”; demasiado frecuente en la edad
mediana. ¿Y si no lo tiene claro?, ¿y si necesitas que se lo demuestres
cada mañana y cada noche?, ¿y si comienza a pensar que ya no eres la
persona con la que se casó hace algunos años? Sé valiente y demuéstrale
que la quieres y la deseas; no caigas en la estupidez y no dilapides el
amor, que se entregó como tesoro precioso, por escuchar “carrusel
deportivo” o lo que quiera que sea.
Perdonad el atrevimiento de este
pobre cura, pero tanta luz como hay en la experiencia de amor de pareja
no debe taparla la maleza superficial. En el desierto todo se ve más
claro.