Comentario al Evangelio del Domingo dïa 28 de Febrero de 2016



Horizonte de luz (Lucas 9, 28-36)

“te estoy pidiendo que nos casemos todavía, no es eso. Sólo te digo lo hermoso que me parece lo que se dicen los novios al casarse: “En la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas…” Es hermoso que una pareja se proponga amarse y cuidarse cuando en el horizonte aparezca la cruz.

Querernos como nosotros ahora es casi natural. Tú eres tan hermosa, y tan buena conmigo, que no podría no quererte. Pero yo te querré cuando ya seas viejecita y tu cuerpo ya no esté tan terso y suave; yo te querré cuando estés enferma, y querré cuidarte con mimo; yo te querré aun cuando los problemas de la vida ensombrezcan tu rostro.

No, no; no es que sea un romántico. ¿Qué clase de amor es el que sólo quiere en lo fácil? Yo quiero que sigamos juntos, sobre todo, cuando tengamos problemas. No me lo imagino, pero algún día uno de los dos estaremos en un hospital, y me emociona pensar que el otro estará allí al lado de esa cama. Yo quiero que nuestro amor sea tan fuerte que ilumine cualquier tiniebla. Contigo a mi lado sólo me da miedo que no me quieras.

No, no; no me digas que pienso cosas extrañas. También nosotros llegaremos a mayores; también nosotros podremos tener problemas con nuestros hijos; también nosotros viviremos la enfermedad, la cruz. Y nada de eso me da miedo sabiendo que cuento contigo.

Ven, ven; ven ahora aquí cerca que te abrace; acurrúcate en mi pecho, que tu cercanía se convierte para mí en manantial de reconciliación y de paz. Teniéndote así, ¿cómo no creer en Dios?