A escondidas del amor (Lucas 1, 1-32)
A escondidas del Amor se vive
mal. Inseguridades y miedos, recelos y suspicacias, inquinas y
enfrentamientos crecen en esa umbría de nuestra vida; como plantas
trepadoras que parasitan y nos quitan alegría.
No hay como compartir
lo que te hace sufrir con quien te conoce; como reconocer los propios
errores y pedir perdón a quien nos quiere; no hay como poner al sol del
amor de Dios nuestras debilidades, para
que su calor nos reconforte. Mientras te haces el fuerte, el
indiferente, el inaccesible, el justo, sólo causas respeto, distancia.
Cuando te muestras débil, enamoras.
El evangelio del próximo domingo
nos muestra dos hermanos que, cada uno a su manera, se habían ocultado
del amor del Padre. Aparentando suficiencia vivían sufriendo. Uno y otro
mostraron su debilidad al Padre que fue a la búsqueda de los dos. Ese
fue el primer paso dado en la tierra nueva de la reconciliación y el
amor.
No dejes que tu autosuficiencia te aleje de los tuyos, de tu
mujer, tu marido, tus hijos, tus hermanos. Todos nos equivocamos, todos
tenemos que pedir perdón, todos tenemos, también, que perdonar. El amor
que le tienes es más grande que la herida que te infringió; es más, sólo
te pudo herir porque lo quieres.
Como el Pueblo de Israel,
nosotros tenemos también nuestra tierra prometida. El primer paso que
damos en esa Tierra Nueva es vivir, por la fuerza de la redención de
Jesucristo, reconociendo nuestras debilidades, perdonando con corazón
amplio los agravios de nuestros hermanos. La tierra nueva se llama
Abrazo.