Encadenados (Juan 8, 1-11)
Juan: “Valiente sinvergüenza ese de Antonio, casado y con tres
niños pequeños y tirándole los tejos a otra secretaria. Cuando se
la lleve al huerto la despide para tener otra nueva”.
Antonio: “Qué bajo ha caído Susana, la vi el otro día con un
muchachito casi un niño besándose en el parque; ahora busca
parejas de las que podía ser su madre, su hijo es de esa edad”.
Susana: “No me podía creer lo que estaba oyendo. Una chavala
con pinta de “choni” iba a abortar y se lo contaba a la amiga
como si tal cosa. Y no era el primero que se quitaba. ¡Qué asco!”.
Chavala Choni: “Pues en la clínica del aborto había una vieja con
la nariz empinada y mirando de reojo. ¿Qué le da asco si su hija
estaba allí para lo mismo que el resto de nosotras?
La de la nariz empinada: “No me lo digas: ¿qué habéis visto el
coche de don Rodrigo parado en el bar de alterne de la salida a
Málaga?, ¿y visteis bien la matrícula?”.
Don Rodrigo: “No hay nada que me dé más asco que un
bujarrón; “gays” se llaman; y eso dice que es Marcos".
Marcos: “Muchos nos critican, pero ellos, reprimidos y
asquerosos, quién sabe lo que ven y hacen por internet. No veas
las páginas de internet que visita ese beatorro de Juan”.
Y tú, ¿a quién desprecias? Ten cuidado que la vida es complicada.
Busca vivir un amor recto y verdadero, y deja de condenar. El
Señor nos dijo que venía a ser médico y no juez, que venía a
curar, no a condenar. Las condenas, las cargó en sus hombros.