“Seré como tú” (Lucas 3,10-18): comentario
al Evangelio del 16 de diciembre de 2018.
- Ven Marcos. Siéntate un momento que
quiero hablar contigo.
- ¿He hecho algo malo Maestro? Si es por
la pelea con el hijo de Matías, la culpa la tuvo él; siempre está molestándome
con tonterías de niño.
- No te preocupes, yo ya sé que tú tienes
13 años y que vas haciéndote mayor. Por eso quiero preguntarte algunas cosas y
saber qué piensas. Hace unos meses te conocí en el Jordán, con tu tío y otros
de Cafarnaúm, estabais allí escuchando al profeta Juan. ¿Qué te pareció
entonces Juan el Bautista?
- Cuando lo escuchaba me dejaba
encandilado, aunque con un poco de miedo; sobre todo cuando decía cosas que yo
no comprendía sobre el fuego que vendrá y acabará con todo. Su valentía para
denunciar las injusticias de los romanos y los ricachones de los saduceos me
ponía los pelos de punta. Pero no me asustaba; más bien me emocionaba. Miraba
el rostro de mi padre y de los otros, asintiendo con la cabeza, casi sin
pestañear, escuchando aquella voz de trueno… me emocionaba.
- Y de mí, ¿qué piensas?
- Tú eres distinto, Jesús. A ti te gusta
jugar con los niños y tratas a todos con respeto y suavidad. Cuando hay que
decir verdades, las dices; pero siempre mirando a los ojos y sin gritar. Me
encanta cómo explicas las Escrituras, y cuando curas a un enfermo me dan ganas
de bailar y cantar. Cuando me abrazas me siento como con mi padre y tus
parábolas me dejan siempre cavilando, y… Cuando sea grande yo quiero ser como
tú.