Alguna de
las parábolas de Jesús roza con el humor negro: ¿Acaso puede un ciego guiar a
otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? La propia escena nos invita a
imaginarla protagonizada por alguna conocida pareja cómica sacándole punta.
Los padres
respecto a sus hijos, los maestros respecto a sus alumnos, los sacerdotes
respecto a su comunidad, los políticos respecto a los ciudadanos, los mayores
respecto a los más jóvenes… muchos pueden tener el deber o la vocación de ser
guías de otros; muchas pueden ser las “cegueras” que nos lleven a caer al hoyo,
y hacer caer a los demás.
Hay padres
que miran más el móvil que a sus propios hijos… Hay profesores que en vez de
mirar por el bien de sus alumnos se dejan manipular por la ideología de lo
políticamente correcto, por el miedo a no ser moderno, por hablar y opinar de
lo que no saben… Hay sacerdotes que miramos más el número de feligreses que las
alegrías o los pesares que reflejan sus rostros… Hay políticos cuyas miras solo
están puestas en subir en el escalafón o en decir una frase redonda para las
redes… Algunas veces los mayores hemos perdido el centro y vivimos una
adolescencia tardía que no puede ser ejemplo de nada hasta caer en lo ridículo…
No sé si estaré hoy un poco negativo, pero la pequeña parábola de Jesús parece
de bastante actualidad.
Al momento,
el Señor nos da un remedio para la ceguera. Es una invitación a darnos cuenta
de nuestros errores, de nuestras limitaciones, de nuestros pecados, para poder,
así, guiar en algo a los demás. Aunque, de nuevo lo dice con bastante humor.
Imagen de Cathopic