Quien entiende de pesca sabe que, cuando el día
clarea, y los peces ven la luz del alba, éstos huyen hacia profundidades a la
que las redes no alcanzan; si además se ha estado toda la noche pescando y no
se ha recogido nada, y se va uno con la barca a lo más profundo del lago,
encontrar un banco de peces no es que sea improbable, directamente es
imposible. Pero fiados en la palabra de Jesús, al clarear el día, después de
toda la noche bregando y bogando con la barca hacia mar adentro, Pedro echa las
redes al mar, y recogieron tantos peces grandes que la barca casi se hundía.
¿Qué
pueden hacer doce jóvenes siguiendo a un profeta que anuncia el inmenso amor de
Dios y la proximidad de su Reino? ¿Alguien podrá creer que podrán transformar
la historia?
Definitivamente,
no pretendas nada que tu lógica humana no vea con nitidez. El fracaso será
seguro… O, quizás, sea seguro el fracaso de tu vida si no acoges la llamada de
Dios que te invita a una entrega sin condiciones a su voluntad en tu vida.
La
llamada de Jesucristo no fue sólo para los doce apóstoles, es para toda persona
que al acercarse a Él quiera escucharlo. Es una llamada a tenerlo como
referencia absoluta en la vida; no sólo a su proyecto o a sus valores, a Él
como Camino, Verdad y Vida. En ese seguimiento llegarán proyectos de ayuda a
los demás, y valores para vivir más humanamente, y búsqueda de un mundo más
justo y de vida digna para todos, pero siempre siguiéndolo.
¿Quieres
seguir la lógica humana en tu vida, o la cuerda insensatez de seguir al
Nazareno?