El 11 de noviembre se celebra en España
el Día de la Iglesia
Diocesana, bajo el lema ‘Vivimos y celebramos la fe
en comunidad, porque somos una gran familia contigo‘.
Y por ello, nuestro Arzobispo, Monseñor Juan
José Asenjo, nos transmite estas palabras, en su carta pastoral de este fin desemana:
“La Iglesia es como la prolongación de la
Encarnación, la Encarnación continuada, el sacramento de Jesucristo, su
prolongación en el tiempo. es la escalera de nuestra ascensión hacia Dios. La
Iglesia es Cristo que sigue entre nosotros predicando, enseñando, acogiendo,
perdonando los pecados, salvando y santificando, hasta el punto de que, si el
mundo perdiera a la Iglesia, perdería la Redención.
La Iglesia no es el intermediario engorroso del
que uno trata de desembarazarse por inútil y molesto. Al contrario, es el
ámbito necesario y natural de nuestro encuentro con Jesús y la escalera de
nuestra ascensión hacia Dios, en frase muy gráfica de san Ireneo de Lyon. Sin
ella, antes o después, todos acabaríamos abrazándonos con el vacío, o
terminaríamos entregándonos a dioses falsos. Ella es el regazo materno que nos
ha engendrado y que nos permite experimentar con gozo renovado cada día la
paternidad de Dios.
Al sentirla como madre, hemos de sentirla
también como espacio de fraternidad. Junto con sus otros hijos, nuestros
hermanos, hemos de percibirla como nuestra familia, el hogar cálido que nos
acoge y acompaña, como la mesa en la que restauramos las fuerzas desgastadas y
el manantial de agua purísima que nos renueva y purifica. Su Magisterio no es
un yugo o una carga insoportable que esclaviza y humilla nuestra libertad, sino
un don, una gracia impagable, un servicio magnífico que nos asegura la pureza
original y el marchamo apostólico de su doctrina”.