Jornada de la Vida Consagrada 2023

Jueves, 2 de febrero de 2023. Cada año, en este día, la Iglesia celebramos la Jornada de la Vida Consagrada, en esta ocasión, bajo el lema “Caminando en esperanza”. En nuestra Comunidad parroquial y en nuestra feligresía de San José Obrero, en San Juan de Aznalfarache, tenemos la gracia de contar con la presencia de las Hermanas Terciarias Capuchinas, que nos muestran, como en este testimonio de la Hna. Esperanza, cómo Dios mueve los corazones para cambiar la vida.

 

HÁBLAME, SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA.

Con 13 años, una dolencia me hizo detener el ritmo normal que hubiera llevado cualquier adolescente. Hube de aparcar actividades físicas que requerían de movimientos ágiles y asumir que, durante dos años, mi ritmo de vida tenía que ser lento y seguro. Estaba encorsetada bajo una “armadura” que quería garantizar que el resto de mi vida pudiera ir erguida. Renunciar al deporte me hundió en tristeza y queja. Ahí es donde, de manera incomprensible, me encontré con Alguien que me contemplaba de manera única y especial. Mi interior se iluminaba y mi deseo no era otro que buscarle, dialogar, abandonarme en ese misterioso encuentro. No tardé en ponerle nombre: Dios.

Desde entonces un canto me brotaba con fuerza: “Yo siento, Señor, que Tú me amas. Yo siento, Señor, que Te puedo amar. Háblame, Señor, que tu sierva escucha. Háblame, ¿qué quieres de mí?”. Los campos eran testigos de la melodía. Unas veces, vestidos de espigas, otras con un manto verde, a veces dibujados con los surcos a punto de sembrar. “Señor, ¿qué quieres de mí?”. Esa búsqueda me llevó a la decisión de entregar mi vida al Señor, viviendo en comunidad, con otras personas inquietas, sensibles, fraternas, generosas, alegres.

Tenía que ser con hermanas del HERMANO FRANCISCO, el poverello de Asís, el que me cautivó siendo niña, con un libro que los reyes magos dejaron en el humilde hogar de nuestra familia.

Franciscanas y además del Padre Luis Amigó, sensible y comprometido con los niños y niñas, adolescentes y jóvenes que bien pronto comienzan su vida con dificultades, que trastocan su vida de una manera significativa.

Después de un recorrido por otros lugares, llego a San Juan de Aznalfarache. Me encuentro una comunidad de hermanas dinámicas, alegres, sensibles con el dolor y sufrimiento de mayores y pequeños, entregadas, divertidas… Y una parroquia con vida, mucha vida: San José Obrero. Una parroquia donde se siente y vive la COMUNIDAD ECLESIAL como lugar de encuentro con el Señor. La Iglesia, lugar de todos y para todos. La Eucaristía de cada día, nutriente de la vida de fe. Somos familia cristiana, y ahí, esta pequeña comunidad de Hermanas Terciarias, sencilla y alegre, internacional e intergeneracional, alimenta su fe personal y comunitaria con los demás miembros de la parroquia. Nuestra vida consagrada no sería lo mismo sin la vivencia eclesial. Necesitamos orar y oramos cada día. Necesitamos compartir y, cada día, lo hacemos en los espacios que nos encontramos todas. Sentimos la responsabilidad de evangelizar y tratamos de hacerlo en el hogar con los niños, en el centro de día, y con tantas personas con las que nos relacionamos, en las distintas pastorales.

Seguimos formándonos para seguir aprendiendo. Y, especialmente, queremos dejarnos evangelizar, queremos ver en los demás el rostro de Dios que viene a nuestra comunidad; queremos vivir sensibles a las necesidades de los demás para responder a ellas, queremos vivir en pobreza, entregando nuestro ser y nuestro corazón, con la alegría de ser hermanas que se apoyan y se quieren.

Y, después de años en este recorrido, sigue resonando la canción: “Señor, ¿qué quieres que haga? Yo quiero estar dispuesto a todo”.

Hna. Esperanza.