Al estilo de Jesús (Juan 10, 1-10)

Sorprende la soledad en la que Jesús murió en la cruz y la rapidez con la que la iglesia naciente se va consolidando en Jerusalén y en toda Judea, y cómo se extiende por los caminos de oriente y las ciudades portuarias de occidente. Los mismos que habían condenado a Jesucristo sienten su corazón traspasado por las palabras de Pedro que los recriminaba en la verdad y los invitaba a vivir el perdón con amor. Una fuerza nueva está actuando en la vida y corazón de los discípulos y en los que los escuchan. Es el Espíritu.

Un Espíritu que los hace vivir con la valentía y la sinceridad del Nazareno; un Espíritu que les permite evangelizar con la humildad y la capacidad de sufrimiento que Jesús había mostrado. Es el Espíritu del propio Jesús el que los impulsa.

Jesucristo, su estilo de ser, de vivir y de creer, es la puerta por la que entramos en la comunidad cristiana, y es la puerta por la que hemos de salir a anunciar su Evangelio al mundo. En las lecturas del próximo domingo, Pedro dice unas palabras que nos pueden llenar de ánimo: “Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien,
eso es una gracia de parte de Dios. Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas”.
Hasta en el sufrimiento el estilo de Jesús ha de ser el nuestro: su pobreza, su valentía, su buen humor, su sinceridad, su capacidad de silencio ante el Padre, su oración, su libertad ante los poderes mundanos, su disponibilidad ante la misión que se le encomienda…



Ya tenemos que comenzar a pedir al Padre que nos envíe el Espíritu de su Hijo para poder entrar y participar en su vida y salir para compartirla con nuestros hermanos.